Y eso hizo mi papa, me dio armas para pelear. Me decía siempre hay que pelearla. Así de simple y básico, como todos en la familia, hay que pelearla me dijo. Yo…no se ni cómo, ni cuándo, ni por qué, pero todos dejamos de pelear la pelea
Y cuando dejas de pelearla, te morís, te caes, te vas. Lo que te mantiene vivo no es ganar, sino pelear. La pelea perdida, es la que no peleaste. Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. No está muerto quien pelea. Tal vez te cruzaron un cross de derecha, te hicieron besar la lona, sangrar, llorar, pero hay que seguir peleándola, hasta el final. La única forma de aprender a pelear, es peleando, es no rendirse jamás. Rendirse es mirar la pelea desde afuera, ver como otro pelea esa pelea que es nuestra. Pelearla hasta el final, hasta el último round.
Pocas cosas me enseñó mi viejo, pero grosas, me enseño que nunca se abandona, nunca se tira la toalla, y se pelea con garra.
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